‘El Puente sobre el río Bocai’, por Sun Tzu
OPINIÓN
Sun Tzu dice : “Si ganas las batallas y logras tus objetivos, pero fallas al explotar estos logros es un mal presagio, y se puede describir como una ‘perdida de tiempo’”
Las dragas, las maquinarias y los majoreros con gorros estilo prisioneros británicos en Birmania, ya se preparan. Un puente sobre el estrecho brazo de mar que separa Fuerteventura de Lanzarote puede ser una realidad. El Golden Bocaina Bridge o Puente Bocai, de quince kilómetros de longitud será una obra de ingeniería que pasará a formar parte del patrimonio de la humanidad y que tendrá, lo último de lo último en avances tecnológicos, seguridad, eficiencia energética y diseño.
Y para eso se contratará a personal que maneje con mano dura la construcción en el plazo determinado de antemano, un coronel Saito. Un hombre a quien no le tiemble la mano al aplicar castigos físicos y psicológicos para que el plan se ejecute con seriedad y rigor, sin que los plazos se vean alterados por cualesquiera circunstancias, y si no es así, se haga el harakiri delante de su pueblo.
Barragán es el hombre. Este grancanario debería ser el elegido para tamaña hazaña. Pronto tendrá mucho tiempo libre y como se calcula que va a durar unos siete u ocho años el planeamiento, siete u ocho años licitaciones y permisos; nueve o diez la construcción, pues vendrán a terminarlo sobre el 2045. Yo no lo veré, me pilla lejos, pero mis hijos y mis nietos admirarán el hospital terminado. Perdón, en qué estaría pensando. El puente.
Imagino esa inauguración en el año 2056, ¿o pensaban que se terminaría en plazo? Tras los retrasos y suspensiones de pagos de la empresa ganadora de la licitación UTE MOTIN SA. (Monumento Tindaya Sociedad Anónima) y los cientos de recursos de ecologistas, pescadores profesionales, pescadores deportivos, cofradías, las navieras, los surfistas que vieron como el puente dejaba la famosa ola de la playa del burro como un charco de mansa, y ayuntamientos, por el trazado ante los tribunales de justicia de Canarias, el Supremo, el Constitucional, el de Estrasburgo europeo y el de Marte, pues ya habremos llegado a ese planeta y lo estaremos colonizando.
Mucha imaginación tengo, pero no tanta como los que proyectan este tipo de infraestructuras y que según el presidente del Cabildo que esté gobernando en ese momento, será vital para la vida de los majoreros. Ni que decir tiene que antes de inaugurar la obra la empresa entrará en quiebra técnica, será absuelta de pagar lo que se haya mamado y luego vendrán los rescates que supondrán un sobrecoste del 300% de lo inicialmente presupuestado.
Una pena que el túnel entre las dos islas, el Majotunel, sea descartado por los políticos al comprobar, con mucho acierto, que las fotos donde saldrían ellos inaugurando no serían de calidad por la luz indirecta artificial de las profundidades, prefieren la naturalidad de la luz radiante del estrecho sobre la piel y los cabellos al viento del noroeste. Donde va a parar.
El Bocaina Bridge será una realidad con su desvío hacia la Isla de Lobos. Que lo habrá. Ya imagino a los obreros silbando cada mañana la Marcha del coronel Bogey desfilando hacia los pilares que sostendrán las miles de toneladas de compuesto orgánico ecológico con que será asfaltado el camino. Y a los marrajos nadando en círculos alrededor de la obra esperando a que caiga el siguiente desdichado para dar buena cuenta de él. Eso si, sería una buena atracción turística y no la red de museos. Qué pena que el tiburón blanco (Carcharodon carcharias) no se pase habitualmente por estas aguas, sería un espectáculo fascinante.
Una isla que adolece de lo más básico, atención sanitaria de calidad, sistema educativo adecuado al siglo en que vivimos y que no tiene una red de aguas que cubra las necesidades mínimas exigibles, no puede permitirse el lujo de ni siquiera pensar en un proyecto fruto de alguien imaginativo, sin duda, pero alejado de la realidad, triste realidad que padecemos los majoreros. Una autentica pérdida de tiempo como diría Sun Tzu muy difundida a través de medios cercanos a los posibles conseguidores.
Los ingleses volaron el puente sobre el Rio Kwai, lo construyeron y muy bien, pero lo volaron para que los japoneses no avanzaran. Los majoreros, de eso no hay duda, volarán sin miramientos el Puente Bocai, si antes no les construyen lo que llevan décadas solicitando. Y se marcharan a casa silbando la pegadiza Marcha del Coronel Bogey.