Un niño que se enfada de vez en cuando no es violento. Pero, cuando a partir de los siete años y de manera habitual el pequeño muestra conductas violentas como insultos, golpear objetos o personas y faltas de respeto para resolver determinadas situaciones, podemos hablar de que utiliza la violencia en la relación con su entorno. “Estos comportamientos se dan en un contexto en el que el niño presenta una dificultad evidente en la gestión de sus emociones o se trata de conductas aprendidas por imitación de los adultos o de dinámicas familiares en las que los conflictos o los desencuentros se abordan de manera violenta”, comenta Cristian Cruz, psicólogo clínica del Gabinete DANAE de Puerto del Rosario.
Detectar determinados signos de alarma es bastante complicado, ya que quien acosa puede estar desarrollando esa conducta de manera muy normalizada en su vida e, incluso, puede parecer que es algo natural a ojos de los demás, hasta de los adultos. Por eso, más que de signos de alarma, sería conveniente hablar de factores de riesgo y revisar algunas de estas causas, que ya hemos mencionado, para ver si alguna de ellas se está generando en el ambiente que rodea a nuestros hijos.
La conducta agresiva en los niños es una clara señal de que necesitan ayuda para gestionar sus emociones. “Somos los adultos quienes tenemos que descubrir qué les ocurre y porqué, así como ofrecerles modelos de comportamiento respetuosos. Nadie se defiende si no se siente inseguro, con miedo, una autoestima muy baja o imita un comportamiento adulto basado en respuestas violentas”, explica nuestro experto.
Los modelos sociales y familiares influyen en los niños. Si los adultos abandonamos los comportamientos tóxicos, resolvemos los desacuerdos sin agresiones emocionales, como gritos o insultos y ponemos límites sanos sin utilizar castigos, el niño se comportará del mismo modo. Se trata de respetar la individualidad del niño, aceptar su proceso de maduración y acompañarle en el camino de su desarrollo como persona.
Cuando descubrimos que el acosador es nuestro propio hijo, es importante mantener cierto autocontrol emocional a la hora de reaccionar ante la noticia. Lo normal suele ser enfadarse, sentir decepción, culpa, vergüenza… Todas esas emociones son normales y naturales, pero no nos podemos dejar llevar por ellas, ya que nuestra reacción puede ser contraproducente. Intentar mantener la calma para actuar adecuadamente es importante. Eso no significa que haya que reprimir lo que sentimos, sino que debemos saber gestionarlos correctamente. Nuestra reacción va a influir en nuestro hijo y, aunque desaprobemos totalmente su comportamiento, debemos comprender que toda conducta obedece a unas causas.
Pautas para prevenir conductas violentas en los niños o gestionarlas
- La música amansa las fieras.
- Hablar de todo para sacar todos los monstruos y fantasmas del armario.
- Ofrecer un espejo pacífico en el que se reflejen nuestros hijos y favorecer un ambiente tranquilo donde los desacuerdos se resuelvan sin confrontaciones personales.
- Buscar momentos para estar en contacto con la naturaleza y hacer ejercicio.
- Explicar al niño la importancia del sueño y el descanso
- Sacar nuestro niño interior para recordar que hay comportamientos propios de la infancia.
Licenciado en Psicología y Diplomado en Ciencias Empresariales. Posee experiencia con población infanto juvenil y adulta e intervención con menores en situación de riesgo social y con personas con discapacidad y/o alteraciones conductuales.
Especializado en Moldemoterapia con la teoría de los Moldes Mentales y en técnicas de relajación y reestructuración como es la TBT (Técnica de Bombeo Terapéutico). Ha participado en la publicación de varios libros, tests, cursos, un sistema experto sobre TDAH y publicaciones científicas.
A día de hoy se encuentra finalizando el máster de Psicología General Sanitaria de la ULL y el experto en Psicología Sanitaria que oferta el Gabinete Danae. También posee diversos expertos sobre psicología de la educación y comunitaria.